Entre la genialidad y el desorden: el espejo que vuelve a poner Durán

Talento desbordado y decisiones que reabren un debate eterno.

JUGADOR JHON DURAN

El recorrido reciente de Jhon Jáder Durán en el fútbol internacional volvió a instalar una discusión antigua, persistente y polémica alrededor del futbolista colombiano, ese jugador capaz de resolver partidos imposibles y, al mismo tiempo, de desordenar cualquier libreto con decisiones inesperadas.

El delantero antioqueño reúne condiciones técnicas y físicas que lo convierten en un atacante temible dentro del área, porque combina potencia, velocidad, buen juego aéreo y una zurda capaz de definir desde cualquier ángulo sin necesidad de demasiadas explicaciones tácticas.

El talento que deslumbra y se desborda

En la cancha, Durán suele justificar cada apuesta que hacen los clubes por su nombre, ya que aparece con goles decisivos, movimientos agresivos y una personalidad ofensiva que lo llevó a destacarse en Europa antes de firmar un contrato multimillonario fuera del continente.

Sin embargo, ese mismo carácter competitivo y visceral también le juega malas pasadas, como ocurrió recientemente en la Europa League, cuando una pelea innecesaria terminó en expulsión y dejó a su equipo expuesto en un partido clave.

Pocos días después, fiel a esa dualidad que lo persigue, volvió a marcar goles importantes, recordando por qué fue considerado uno de los delanteros jóvenes con mayor proyección durante su paso por la Premier League inglesa.

El contexto, la disciplina y el eterno debate

La controversia se amplificó cuando Durán solicitó permiso para pasar Navidad en Colombia, decisión que coincidió con una derrota de su equipo en un clásico determinante, reavivando cuestionamientos sobre compromiso, prioridades y lectura del contexto competitivo.

Aunque el cuerpo técnico defendió la importancia del aspecto humano y del descanso emocional, el episodio alimentó la narrativa de ese futbolista colombiano que parece jugar y vivir al margen de la lógica estricta del alto rendimiento europeo.

Esa idea no es nueva y ha sido explicada como una “teoría” que señala que el jugador colombiano posee una creatividad casi instintiva, capaz de producir genialidades históricas, pero también acciones disciplinarias que rompen el equilibrio colectivo.

Ejemplos sobran en la memoria reciente del fútbol sudamericano y europeo, desde goles inolvidables en finales continentales hasta expulsiones evitables en partidos decisivos, todos protagonizados por jugadores criollos en escenarios de máxima presión.

Durán, que busca regresar a la Selección Colombia y ganarse un lugar en el camino al próximo Mundial, aparece hoy como uno de los rostros más visibles de esa dualidad que fascina y desespera por igual.

Al final, su caso no ofrece respuestas definitivas, pero sí vuelve a plantear una pregunta incómoda para el fútbol colombiano: cómo potenciar esa magia natural sin que el caos termine imponiéndose en los momentos donde el margen de error es mínimo.