Los Juegos Intercolegiados, el primer gran paso de Luis Carlos Rodelo hacia su sueño de ser campeón mundial

Muchas veces, los sueños comienzan sobre ruedas que giran sin rumbo, empujadas por la curiosidad o el ejemplo de alguien más.

INTERCOLEGIADOS

Muchas veces, los sueños comienzan sobre ruedas que giran sin rumbo, empujadas por la curiosidad o el ejemplo de alguien más. Así empezó la historia de Luis Carlos Rodelo, un joven patinador que, con apenas 16 años, vive su primera final en los Juegos Intercolegiados, representando al colegio Monterrosales, de Bogotá.

«Estar aquí es grandioso», dice con una sonrisa. «Es la primera vez que participo en unos Intercolegiados y poder representar a mi institución significa mucho. Ya había estado en un Interligas, eso me dio un poco más de experiencia, pero esta competencia es diferente, tiene algo especial», añade.

Luis Carlos lleva 12 años practicando patinaje, pero su historia en este deporte comenzó casi por casualidad. «Yo empecé porque mi hermana, Valentina, patinaba. En realidad, no me gustaba mucho. Lo hacía por acompañarla, pero con el tiempo me fue gustando y ya no pude dejarlo», recuerda.

Sus primeros deslizamientos sobre el asfalto se dieron en una pista improvisada en el Parque El Tintal, al sur de Bogotá. Ahí se empezó a gestar un sueño que, desde entonces, lo llevó a entrenarse en Real Bogotá y Four Wheels, hasta llegar al Tequendama, su actual club, donde entrena bajo la guía de Anuar Cárdenas. «Él me ha ayudado a avanzar muchísimo, a competir con otra mentalidad, más profesional», asegura.

Antes de Cárdenas, recuerda con especial cariño a Felipe Aponte, el entrenador que lo formó y le enseñó a afrontar esta disciplina de manera más competitiva. «Me enseñó la disciplina y el amor por este deporte», dice con gratitud.

Aunque en estos juegos no consiguió la medalla que soñaba, Rodelo no se va con las manos vacías. «No logré lo que tenía pensado, pero es una enseñanza para seguir entrenando y mejorando. Esto es parte del proceso», reflexiona.

Y ese proceso lo tiene claro. Su mirada está puesta en el futuro. «Mi meta principal es llegar a la Selección Colombia y ser campeón mundial. El siguiente paso es lograr clasificar a la selección el próximo año».

Más allá de las metas, el deporte para él es una forma de vida. «El deporte es mi vida. Si no lo tuviera, me haría mucha falta. Me siento vacío si no entreno», confiesa.

Por eso, aunque esta fue su primera final en unos Juegos Intercolegiados, para Luis Carlos Rodelo no fue una meta alcanzada, sino un punto de partida. Detrás de cada caída y cada curva hay un aprendizaje que lo impulsa a seguir. Porque cuando el corazón late al ritmo de las ruedas, no hay línea de meta, solo nuevos comienzos.