París Saint-Germain, el mejor equipo del año. Campeón Intercontinental ante Flamengo
El Paris Saint-Germain se consagró campeón de la Copa Intercontinental tras vencer a Flamengo en una final épica que quedó grabada en la memoria del fútbol mundial. El partido terminó empatado en el tiempo reglamentario y la prórroga, obligando a definir al campeón desde el punto penal, donde el conjunto parisino selló su gloria eterna.
El duelo fue intenso, equilibrado y de alto voltaje. Flamengo mostró su tradicional garra y jerarquía continental, mientras que el PSG respondió con posesión, presión alta y momentos de gran lucidez ofensiva. Ninguno logró romper la igualdad, y el destino del trofeo quedó en manos de los arqueros.
Allí emergió la figura inesperada y decisiva de Matvéi Safónov. El guardameta ruso se convirtió en el héroe absoluto de la noche al atajar cuatro penales en la tanda decisiva, firmando una actuación histórica que desató la euforia del banco parisino y de los hinchas alrededor del mundo.
Gracias a esta consagración, el Paris Saint-Germain cerró el mejor año de toda su historia, logrando un sextete sin precedentes. En la misma temporada levantó la Copa de Francia, la Ligue 1, la Champions League, la Supercopa de Europa, la Copa Intercontinental y la Supercopa de Francia, consolidándose como el equipo dominante del fútbol mundial.
Más allá de los títulos, el PSG dejó una identidad clara: un equipo intenso, solidario y con una mentalidad ganadora inquebrantable. Cada competición fue afrontada con la misma seriedad, sin subestimar rivales y manteniendo un nivel de excelencia constante durante todo el calendario.
El gran responsable de esta obra maestra fue Luis Enrique, artífice de un proyecto que combinó disciplina táctica, valentía ofensiva y una gestión humana impecable. El técnico español supo potenciar a cada futbolista, tomar decisiones clave en los momentos justos y construir un vestuario unido y ambicioso.
Con Safónov como héroe inesperado y Luis Enrique como líder indiscutido, el Paris Saint-Germain selló una temporada perfecta que quedará grabada como una de las mayores gestas en la historia del fútbol, un año donde París reinó en todos los escenarios posibles.
