Pasto: la ciudad sorpresa entre volcanes, lagunas sagradas y un carnaval único

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Ubicada en el suroccidente de Colombia, a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar y rodeada por imponentes montañas andinas, San Juan de Pasto no es solo la capital de Nariño, sino también una ciudad que cautiva por su mezcla de tradición indígena, arquitectura colonial, arte popular y una naturaleza que parece sacada de una leyenda.

Conocida por su gente amable, su espíritu cultural y el Carnaval de Negros y Blancos, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, Pasto es mucho más que un destino de paso: es un punto de encuentro entre la historia, lo místico y lo moderno. Aquí, un recorrido por sus lugares más emblemáticos.


1. Laguna de la Cocha: un paraíso natural y espiritual

A solo 40 minutos de la ciudad se encuentra la Laguna de la Cocha, uno de los escenarios naturales más espectaculares del sur del país. De origen glacial, esta laguna rodeada de montañas y bosques de niebla ha sido considerada por comunidades indígenas como un lugar sagrado. En el centro se encuentra la Isla La Corota, un santuario de fauna y flora declarado reserva natural, que se puede visitar en lancha. El paseo incluye gastronomía típica, como la trucha arcoíris, artesanías en madera y hospedajes rurales con encanto.


2. Santuario de Las Lajas: arquitectura celestial entre abismos

Aunque no está dentro del casco urbano de Pasto, el Santuario de Las Lajas, en Ipiales, es una parada obligada para quienes visitan la región. A dos horas de la ciudad, esta iglesia gótica fue construida sobre un cañón profundo del río Guáitara, creando una postal única en el mundo. Es centro de peregrinaciones religiosas, pero también de admiración arquitectónica. El recorrido se complementa con un viacrucis esculpido en piedra a lo largo del camino y un teleférico con vista al santuario.


3. Centro Histórico y Plaza Nariño: el alma de Pasto

La Plaza de Nariño, en el centro de la ciudad, es el lugar ideal para sentir el ritmo cotidiano de Pasto. Rodeada de edificios coloniales, cafés, comercios y la emblemática Catedral de San Ezequiel Moreno, esta plaza ha sido testigo de los momentos más importantes de la historia nariñense. Desde allí, caminando unas pocas cuadras, se pueden visitar el Museo del Oro del Banco de la República, el Templo de San Felipe Neri y coloridas galerías de arte local.


4. Carnaval de Negros y Blancos: expresión máxima de identidad

Cada año, del 2 al 7 de enero, Pasto se transforma en una explosión de arte, color y alegría con el Carnaval de Negros y Blancos. Este evento, que reúne manifestaciones culturales de pueblos indígenas, afrodescendientes y mestizos, incluye desfiles de carrozas monumentales, comparsas, música tradicional y jornadas de juego con cosméticos negros y blancos como símbolo de igualdad. Es considerado uno de los carnavales más importantes de América Latina y atrae miles de turistas nacionales e internacionales.


5. Volcán Galeras: fuerza natural y aventura controlada

El Galeras, uno de los volcanes más activos del país, domina el horizonte de Pasto. Aunque su acceso a la cima está restringido por razones de seguridad, sus faldas ofrecen senderos ecológicos, zonas de avistamiento de aves y miradores naturales. En días despejados, se puede apreciar su cráter desde la distancia, especialmente desde sectores como el Alto de Daza o la Vereda El Socorro, donde también se respira el aire fresco de los páramos.


6. Artesanías y cultura indígena: raíces vivas del sur

Pasto es también un centro artesanal de gran riqueza. En el barrio Bomboná y otros sectores del municipio, se elaboran piezas en barniz de Pasto (una técnica prehispánica con resina vegetal), instrumentos musicales, tejidos y máscaras de carnaval. Además, el pueblo indígena Quillasinga conserva vivas sus tradiciones en las zonas rurales cercanas, ofreciendo experiencias de turismo comunitario, rituales ancestrales y productos orgánicos.


7. Gastronomía nariñense: un festín de sabores únicos

No se puede hablar de Pasto sin mencionar su cocina. Platos como el cuy asado, el frito pastuso, la mazamorra morada, los tamales de pipián y el locro de papa son parte de su carta tradicional. Para los más golosos, están las obleas con arequipe, las tortas de cuajada y el café de altura, cultivado en las laderas andinas. Restaurantes como La Merced, Los Geranios o mercados como el Plaza de Mercado El Potrerillo ofrecen experiencias completas para el paladar.


Pasto: tierra de encuentros, tradiciones y paisajes sagrados

Entre volcanes, lagunas, carnavales y culturas ancestrales, Pasto es una ciudad que sorprende por su autenticidad. Su gente, orgullosa de su historia y tradiciones, abre las puertas a los viajeros con respeto, calidez y una identidad fuerte que se expresa en cada calle, baile, plato y canción. Visitarla es entender que Colombia también vibra desde el sur, y que allí se encuentran algunas de las joyas mejor guardadas del país.