Un Cementerio para los Defensores del Medio Ambiente

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Colombia, el país que debería ser un santuario de biodiversidad y un ejemplo de conservación ambiental, se ha convertido en el más letal del planeta para los defensores del medio ambiente. El reciente informe de Global Witness revela una realidad aterradora: en los últimos doce años, 461 activistas han sido asesinados en Colombia, y 79 de ellos perdieron la vida solo en 2023. Estas cifras no solo destacan el fracaso del Estado en proteger a quienes defienden la tierra, sino que también ilustran una crisis humanitaria y ambiental sin precedentes.
La tragedia de estos defensores del medio ambiente no es simplemente un problema de cifras, sino una dolorosa manifestación de un conflicto profundo entre el deseo de proteger el planeta y las fuerzas destructivas que buscan explotarlo sin piedad. Los líderes ambientales en Colombia, muchos de los cuales son indígenas, afrodescendientes o pequeños agricultores, están en la primera línea de una guerra silenciosa contra la avaricia corporativa y la violencia organizada.
Es inaceptable que en un país que ha sido escenario de un conflicto armado durante décadas, los defensores de la naturaleza se encuentren en el mismo territorio que los grupos delictivos que buscan controlar los recursos naturales. La violencia, que se manifiesta en asesinatos selectivos, hostigamientos y desplazamientos forzados, ha convertido a estas personas en objetivos fáciles para aquellos que desean imponer su dominio sobre los territorios y los recursos.
Los departamentos más afectados, como Cauca, Nariño y Putumayo, son prueba de una escalada de violencia que refleja no solo la falta de protección adecuada, sino también una indiferencia institucional que ha permitido que estos crímenes continúen con impunidad. En 2023, Colombia lideró el ranking mundial con 79 asesinatos, superando a Brasil, Honduras, México y Filipinas combinados. Este dato, que representa el 40% de todos los asesinatos de defensores del medio ambiente a nivel global, debería ser un llamado urgente a la acción.
Por último, a pesar de los compromisos del gobierno y las promesas hechas en foros internacionales como la Conferencia de las Partes (COP), la realidad es que las medidas de protección siguen siendo insuficientes. Las declaraciones de la ministra de Ambiente, María Susana Muhamad, sobre la prioridad de la agenda ambiental en la COP son desalentadoras.

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